Sin Rencores

Luisa:

Quisiera empezar esta carta diciéndote que no estoy herido, que no me duele, que es el humo del cigarrillo que me hace llorar y que te deseo todo lo mejor. Pero no, no es la manera de empezar una carta. En todo caso quería contarte que el día de ayer los vi en el parque. Ramón está obeso, no sé si tu obsesión con que engordara era solo para que me pareciera más a él. Por cierto, Ramón tiene todavía el paraguas que le presté hace un par de semanas, iba a decir que me lo devolviera pero en todo caso creo que te hará falta a ti cuando él habla: no sabe mover los labios sin mantener la saliva dentro.

Pensarás que escribo esta carta con rencor, pero nada más alejado de la verdad. Yo estoy totalmente tranquilo, la vida me ha enseñado que a todos se les devuelve lo malo que hicieron. Para la muestra un botón: esta mañana sin querer le rompí las ventanas al auto de Ramón. Te digo de todo corazón que fue sin querer, verás, yo quería romperle la testa a tu nuevo novio, pero pensé en que eso podría traerme múltiples problemas. Luego recordé su nuevo Alfa Romeo, un carro bellísimo, único en su clase.  Pensé que eso sería tan reconfortante como pegarle una patada en sus caídos testículos. Creo que así fue, ya que me quedé un rato por el lugar (algo bastante idiota y arriesgado lo sé), y me sentí casi que complacido al ver aquel elefante vociferar y casi llorar al ver su deportivo con mis daños. Dirás que fui excesivo y que Ramón nada tenía que ver, y tienes toda la razón, luego me sentí algo mal y recordé que la culpa era casi exclusivamente tuya. Entonces hice lo que todo hombre sensato haría. No, no me conseguí una jovencita, tampoco dañé tus pocas pertenencias que quedaban en la casa, mucho menos hablé mal de ti, simplemente lo acepté y me fui.  Dejando los rencores de lado Luisa, espero que tengas una buena vida, espero que no me busques nunca más. No me escribas, cambié de correo, de número celular y cerré mis redes sociales. No vayas al apartamento  porque lo vendí (sin querer se valorizó en el último año y me pagaron cuatro veces más de lo que costó). Ahora vivo lejos hasta de mi conciencia y de tu recuerdo.

Pd. Fui yo quien rompió el vidrio de tu cuarto y de Ramón para sacar los dos libros que me robaste, espero no te importe.

Att…

Autor: Revista El Callejón

Grupo editorial de la revista El Callejón

Dejar un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comienza